Grupos de personas, en su mayoría mujeres, se dispersan por las húmedas orillas arenosas de la ensenada durante la marea baja, equipadas con rastrillos y cubos, y calzadas con botas de lluvia. Entre alegres conversaciones y risas, se dedican diligentemente a su trabajo de excavadoras de almejas, refiriéndose a menudo a sí mismas como las “campesinas del mar”.
Con rostros rubicundos curtidos por los vientos costeros y el trabajo extenuante, estas mujeres llevan pañuelos vibrantes en la cabeza y visten atuendos ordinarios mientras se embarcan en su trabajo. Con el telón de fondo de un cielo frío, al amanecer, pintado con llamativos tonos azules y tenues nubes blancas, crean una escena idílica que recuerda a una pintura al óleo. La recogida de almejas en las vastas ensenadas de Galicia, en el noroeste de España, es una tradición muy arraigada en la comunidad, que se transmite de generación en generación.
Mari Carmen Vázquez, de 57 años, que lidera el grupo de recolectores de almejas en la ensenada de Lourizán, reflexiona sobre su educación:
“Mi madre me obligó a convertirme en recolectora de marisco. Parecía que no había otro camino”.
En otros tiempos, mientras sus maridos se aventuraban en el mar durante largos periodos, las mujeres del pueblo de Lourizan peinaban las arenas húmedas, dedicándose a su trabajo.
Las recolectoras de almejas emplean dos técnicas principales. La primera consiste en utilizar un rastrillo para raspar la arena blanda y recoger rápidamente el mayor número posible de almejas en cubos. Por otro lado, algunos recolectores optan por impermeables de neopreno o ropa de pesca fluvial y se aventuran en las gélidas aguas, vadeando hasta la cintura en las secciones más profundas de la ensenada. Con un rastrillo conectado a una jaula metálica, raspan y tamizan cuidadosamente la arena del fondo marino y descubren sus abundantes capturas.
Estos dedicados excavadores reciben una ración diaria de unos 10 kilogramos, que abarca dos variedades distintas de almejas. Su trabajo depende del flujo y reflujo de las mareas y de las condiciones meteorológicas. Sin embargo, hay ocasiones en que la contaminación del agua obliga a prohibir temporalmente el marisqueo. En la actualidad, reconocen que las almejas de todo tipo se han vuelto notablemente más escasas, lo que puede atribuirse a los efectos del cambio climático.
Una vez que los recolectores han reunido sus capturas, proceden a venderlas en la lonja local. Desde allí, las almejas se distribuyen a las pescaderías de todo el país y acaban llegando a los platos de los comensales más exigentes, tanto en los restaurantes como en los hogares, a menudo a un precio más alto. Para garantizar la disponibilidad continua de almejas, los campos se renuevan periódicamente plantando almejas tiernas que no se pueden vender. Las zonas que ya se han cosechado se acordonan cuidadosamente para permitir la recuperación, estableciendo una industria sostenible y cíclica.
Las mujeres cuentan que, en el pasado, su trabajo era mucho más arduo, ya que carecían de ropa protectora y no tenían prestaciones de la seguridad social a las que acogerse en los periodos de vacas flacas. Cabe destacar que varias de ellas ni siquiera sabían nadar. Fátima Seoane, de 52 años, que ayudó a su madre y a su abuela durante su infancia, reflexiona:
“Era una profesión mal vista. Nadie aspiraba a dedicarse a ello. La gente se refería a nosotras como carroñeras”.
En la actualidad, la profesión de los buscadores de almejas está regulada, lo que garantiza un cierto nivel de ingresos y les proporciona cierta autonomía económica. La demanda de permisos es tan alta que las listas de espera pueden durar varios años. Estas dedicadas personas suelen trabajar unas tres horas al día, en total unos 15 o 16 días al mes. Sus ingresos por turno rondan los 100 euros, sujetos a los precios del mercado.
La Sra. Seoane afirma:
“No cambiaría este trabajo por ningún otro. Ofrece una gran comodidad, sin jefes a los que rendir cuentas. Compartimos risas, trabajamos a nuestro ritmo, y cuando sentimos la necesidad de descansar, podemos descansar.”